Hubo un tiempo en el que el frío paró para mí. Los atardeceres en Diciembre sucedían cuando nosotros queríamos. Sonaban saxos por la calle. La gasolina no se acababa nunca aunque estuviéramos en reserva. Los amaneceres eran a nuestra hora. Siempre nos perdíamos para volver a encontrarnos riendo. Alguna vez estuvimos a punto de hacer un viaje a ninguna parte. Me despertabas para colarte en mi cama con las manos frías y el cuerpo lleno de ganas. Paseábamos para alcanzar el infinito. Comíamos ensuciándonos las manos. No escuchábamos a nadie más que al instinto.Verte y desearte era más de lo mismo.Tenías una risa sonora y un fuerza increíble para levantarme. Me decías tranquila niña, despacio,esto va a salir bien. .Y yo le decía contigo, no al miedo y si al camino. Le decía que si a tus manos y a tus ojos de loco enamorado de soñar. Empecé a sonreír con el alma. Y mi camino se hizo más mio al encontrarte.
No lo soñé lo viví y fue sincero.
Fue pura verdad y puro sueño. Y pasó como si de un verano se tratara, rápido, caluroso, divertido e intenso. Así sin más.
La vida nunca rebobina.
ResponderEliminarUn abrazo