miércoles, 13 de abril de 2011

He bajado a la calle a las dos de la mañana
a dar un paseo por las carreteras vacías
a bañarme en la  humedad
de un dia de sol derretido.
En sus restos.
En soledad.
En la calle tres clientes borrachos
le robaban la esquina a las putas.
Y a mí el silencio.
 Ahora fumo un cigarro de pasión,
mientras pienso que nada sabe a gloria
me engaño diciéndome que es jueves de pascua
y que lo dejaré el domingo de resurreción.

Delante del ordenador
recuerdo aquellos días en los que escribía con boli
 ¿A donde van los versos olvidados en el papel?
¿Irán al mismo lugar que las niñas perdidas?
En cuerdas que no en cueros, pienso
en todo lo que queda
tras noches de muñecas atadas
por el deseo.
Restos.
De mí.
De mi propia marea
De esa vida llena de símbolos al infinito
como disparos en una caseta de feria,

Y en lo fútil de mi lengua
en cada recorrido.
¿Qué dejé?
¿En qué cuerpos quedaron mis restos?
En ninguno.
Tal vez algún recuerdo. No seré yo más que conmigo.
En los demás tan solo su idea.